"Nunca persequí la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres mi canción; yo amo los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón." Fragmento del poema Caminante no hay camino, de Antonio Machado

viernes, 7 de mayo de 2010

El primer reto: el trayecto en coche

Esperamos a que empiece a caer la noche para salir rumbo a Béjar. No somos vampiros ni nada por el estilo, sencillamente viajamos con cuatro niños y necesitamos un buen argumento para convencerles, durante unas horas, de la necesidad de que echen una cabezada. La semana que pretendemos pasar en tierras salmantinas promete ser una aventura para el que escribe. Es la primera vez que viajamos todos juntos -mis padres, mis dos hermanas, mis dos cuñados y mis cuatro sobrinos- y tengo ganas de ver por fin esas tierras de las que tan bien me han hablado.

Hay buenas vibraciones pero la vida pronto te enseña a no avanzarte al tiempo y esperar a vivir las experiencias para poder valorarlas. ¿Cuántas veces nos han hecho hacer ilusiones con algo y luego nos hemos dado cuenta que, en realidad, no era para tanto? Hay que tener precaución, pero mantener vivas las ganas de coger al toro por los cuernos.

Nos esperan 850 km y unas 9 horas de viaje, sin contar las paradas. Tras cruzar el Meridiano de Greenwich y pasar por los Monegros en la más absoluta oscuridad, nos vamos acercando a nuestra primera parada en el camino: Alfajarín. Su estación de servicio Rausan es mítica porque, más allá de ser grande y acogedora, tiene repartidas por toda la pared del bar centenares de banderolas de los equipos de fútbol que han pasado por allí. Insisto en buscar la del AEC Manlleu, que a lo largo de su historia ha disputado varias promociones de ascenso a categorias superiores. Mi cuñado José me comentó que un día la encontró, pero no recuerda la ubicación exacta. Por más que busco no la encuentro, me canso demasiado pronto. Da igual, otra vez será.

La noche cada vez se vuelve más oscura y empieza a ser agobiante. De vez en cuando, una pareja de furgonetas de reparto urgente nos adelantan a más de 160 km/h con un estilo de conducción bastante peculiar: de dos en dos y dejando apenas 10 metros entre ellas. Todo un peligro.

Las murallas de Ávila desde la carretera de la Ronda Vieja. DAVID OSA

Antes de llegar a Béjar hacemos un par de paradas más, una de ellas en Ávila, para estirar un poco las piernas y hacer algunas fotos de su famosa muralla. Tardo en sacar la cámara porque no estoy convencido de estar haciendo algo bueno. El turismo de llegar y sacar una foto sin darte una vuelta por allí ni conocer algo más del lugar sirve para poco más que para demostrar a alguien que has ido a un sitio. Es trasladar la atención de lo que hay delante del objetivo hacia lo que hay detrás de él. Es como indicar la fuente de una foto con unas letras más grandes que la propia imagen. Aún así, saco la cámara.

La luz tenue del amanecer -así como la inexperiencia del fotógrafo- desluce bastante las murallas. Hemos dejado el coche en la avenida de Madrid y hemos andado un poco por la carretera de la Ronda Vieja. Inculto de mí, pierdo la oportunidad de visitar la puerta del Mariscal, y paso a través de las murallas por una pequeña puerta de arco ojival, a poco más de 100 metros de la anterior.

Más información de las murallas de Ávila: 1, 2 y 3

Las escaleras para subir de la avenida de Madrid a la carretera de la Ronda Vieja. DAVID OSA

De todas las fotos que hice, me quedo sólo con una, la que hice mientras subía por las escaleras que me llevaban hasta las murallas. Hemos empezado el camino y nuestros pasos nos llevarán a visitar muchos lugares a lo largo de esa semana. Adelante.

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