"Nunca persequí la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres mi canción; yo amo los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón." Fragmento del poema Caminante no hay camino, de Antonio Machado

lunes, 10 de mayo de 2010

Las batipuertas de Candelario

Candelario es bastante más turístico que Montemayor del Río. Nada más llegar ya se observa en la cantidad de coches que hay en su plaza central, la del Humilladero. Además se encuentra gente joven por las calles. y hay mucho más movimiento en sus calles. Los motivos que pueden explicar la vitalidad del municipio son la proximidad con Béjar, así como también su capacidad para reinventarse turísticamente tras la caída de la industria chacinera que tanto hizo crecer el pueblo durante el siglo XIX y principios del XX.

La plaza del Humilladero es el punto neurálgico de la población y da la bienvenida a sus visitantes. Foto DAVID OSA

El pueblo de Candelario(y 2) está en la falda de la sierra que lleva su mismo nombre y está a poco más de 4 km de Béjar, la capital de la comarca. La nieve en invierno se convierte en un reclamo turístico para los amantes del esquí, que vienen de Madrid y Extremadura para disfrutar durante unos días de la estación de la Covatilla y de las rutas fuera de pistas. Es julio y, a lo lejos, mirando hacia la sierra, aún vemos alguna nieve rebelde que se resiste a marcharse. Aún así, todos sabemos su destino y, es más, las calles del pueblo no dejan que lo olvidemos.

Las calles transversales a las principales tienen menos pendiente pero son más estrechas. Foto DAVID OSA

Hablar de planificación urbanística en un pueblo como Candelario sería decir una estupidez como un templo, ya que la mayoría de sus calles fueron construídas hace muchísimos años siguiendo la ladera de la sierra. Las calles van apareciendo de forma atractivamente desordenada mientras subes por sus cuestas y escuchas el continuo discurrir del agua por las zanjas. En su momento, estas zanjas fueron construídas para aprovechar la nieve fundida de la sierra -que puede disfrutarse en las numerosas fuentes del pueblo- y poder canalizarla para que llegase a la puerta de cada casa. Posteriormente, con la llegada del agua corriente, las zanjas se han convertido en todo un recurso para aumentar la serenidad del lugar.

Las zanjas de Candelario tienen agua durante todo el año. Foto DAVID OSA

Algo que llama la atención y que parece ser bastante característico y único de Candelario son las batipuertas. Están en prácticamente todas las entradas de las casas y tienen una doble utilidad práctica. Para empezar, evitan la entrada de la nieve en las casas y, por otro lado, permiten que entre luz y aire al interior evitando que entren los animales. De hecho, no es una opción para fomentar la comodidad de los aldeanos, sino que también sirve para mantener a salvo las viandas generadas después de las numerosas matanzas de cerdo y ganado.

Las batipuertas pueden ser de metal o de madera, aunque predominan más éstas porque són más fieles a las originales. Foto DAVID OSA

Después de darnos una vuelta por casi todo el pueblo nos tomamos un par de rondas de tapas tranquilamente en un bar con multitud de carteles de toros y de equipos de futbol. Hemos tenido suerte y hemos cogido un día tranquilo, por lo que podemos ocupar un par de mesas y tomarnos las cañas con tranquilidad. Ya empezamos a pensar en la próxima visita que haremos al día siguiente. Pondremos rumbo a Salamanca.

Visita a Montemayor del Río

Dedicamos nuestro segundo día de viaje, el jueves 2 de julio, a visitar algunos pueblos pequeños de la zona. Nos han hablado bastante bien de Montemayor del Río, una villa situada 17 kilómetros al sudoeste de Béjar, ya casi en el límite con la provincia extremeña de Cáceres, y que, al parecer, hace un par de años que ha abierto su castillo al público. Por otro lado, mis cuñados y mis hermanas me dan buenas referencias de Candelario, un pueblo que, según ellos, es del mismo estilo que La Alberca, villa a la que volvía el escritor español Camilo José Cela en uno de sus libros.

El sol sale con bastante energía y promete seguirnos a lo largo del día como garantía de buen tiempo. Salimos de Béjar hacia el Oeste y nos vamos acercando a Montemayor del Río por carreteras cada vez más estrechas. Después de pasar por Peñacaballera, la carretera recorre la falda de una montaña pasando en medio de los árboles. Llegamos a la villa tras superar el puente sobre el río Cuerpo de Hombre -que también pasa por Béjar- y lo hacemos sin saber que precisamente en aquel puente el marqués de la zona cobraba el "pontazgo" -impuesto de puente- por cruzar el río. Subimos con el coche hasta la plaza Mayor y dejamos allí el coche en un par de aparcamientos a la sombra.

Me llama la atención la extrema tranquilidad del lugar. Las caras de los ancianos del lugar nos demuestran que no son muchas las visitas que recibe Montemayor del Río pero que cada vez se hace más habitual. Los saludamos con un agradable buenos días -saludo que nos devuelven con mucho afecto-, y damos una vuelta por la parte baja de la villa. Visito algunas calles del antiguo barrio judío mientras mi família se queda delante de la casa consistorial. Nos disponemos a cruzar de nuevo la plaza Mayor para dirigirnos al castillo.

La plaza Mayor tiene en el centro una fuente con una picota, símbolo de poder del marqués de Montemayor. Foto DAVID OSA

Me sigue sorprendiendo el silencio del pueblo. Montemayor del Río no debe de tener más de 200 habitantes y es probable que la media de edad de sus aldeanos sea bastante elevada. De hecho, uno de los edificios que antiguamente sirvió como sede del tesorero de la localidad es ahora un centro de ocio para la tercera edad. Además del turismo, el pueblo también obtiene ingresos con una actividad tan tranquila como es la artesanía del castaño, con la que hacen cestos maravillosos que, extrañamente, no se venden en la villa, sino que son exportados a mayoristas y minoristas de otras poblaciones.

Imagen de la iglesia del municipio. Foto DAVID OSA

Pasamos por delante de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que data del siglo XIII, y continuamos hacia el castillo de Montemayor, conocido en la población con el turístico nombre del Castillo del Paraíso. Algunos dirán que cuando ves un castillo ya los has visto todos, y tienen parte de razón, pero en cada visita aprendes algo nuevo, ya sea por la diferente estructura de la edificación como por las historias y anécdotas que esconde cada uno.

La esplanada que hay delante del foso del castillo permite empezar a disfrutar del castillo durante unos segundos antes de llegar a él. Foto DAVID OSA

Salimos todos encantados, incluso los niños, que días después aún se acordarán del montaje del pozo del castillo, lugar en el que, según las guías, se esconde la luna cuando el sol sale por el horizonte.

El antiguo pozo del castillo acoge en su interior la imagen de una luna llena.
Foto MONTEMAYORDELRIO.ES


Comemos en un restaurante que hay en la carretera que nos lleva a Baños de Montemayor, pueblo ya extremeño. Al acabar, nos dirigimos a Baños y pasamos por allí de forma fugaz para ver de lejos el balneario y las tiendas de recuerdos y artesanía. En nuestra cabeza ya tenemos nuestro siguiente destino: Candelario.

domingo, 9 de mayo de 2010

El tapeo

La cultura del tapeo merece especial mención porque al volver a casa es una de las cosas que siempre se echan de menos. Cabe destacar que hablamos de las tapas que no representan un coste económico extra para el consumidor, sino que vienen incluídas en la bebida. Podemos encontrar tapas en prácticamente cualquier bar de todo el territorio español, pero no en todos nos la ofrecerán gratuitamente como complemento para nuestra consumición líquida.

Se dice que este pequeño tentempié recibe el nombre de "tapa" en referencia al trozo de pan que en las tabernas y mesones se colocaba encima de las copas de vino para evitar que dentro cayeran polvo o insectos. Muchos apuntan a que este es el origen etimológico de la "tapa" aunque en Wikipedia existen muchas versiones tanto para el origen de la palabra como de la costumbre. El cocinero Borja Blázquez también habla de esta costumbre en su web y ofrece las recetas de algunas tapas elaboradas.

El tapeo no es excesivamente habitual en Cataluña, dónde en muchos bares la tapa gratuita aparece según el humor que tenga el dueño o el grado de confianza que se tenga con él. El tapeo del que hablamos, en cambio, es muy habitual en otras regiones de España, como Andalucía o la provincia de Salamanca. Aún así, tanto la forma de dar a conocer las tapas como la atención al cliente cambian considerablemente de un lugar a otro.

Una rebanada de pan y un trocito de jamón son el complemento perfecto -y barato- para una copa de vino. Foto BORJACOCINERO.COM

Siempre ha sido habitual que la proclama del repertorio de tapas cayera en manos del camarero, aunque cada vez más se puede encontrar el listado escrito en pequeñas cartas o en alguna pizarra, de esa forma el camarero ahorra esfuerzos en la voz y la elección se hace mucho más ágil. En Andalucía la gente suele sentarse -si puede en las terrazas, para tomar el fresco-, mira el repertorio de tapas y espera a que el camarero se dirija a ellos para tomar nota. La comodidad es indiscutible y los clientes tienen tendencia a hacer, si se da el caso -que suele ser así-, las varias rondas de tapas en el mismo bar.

En Salamanca la cultura del tapeo es bastante diferente y estresa algo más que en Andalucía. Los bares difícilmente colocan mesas fuera del local, por lo que la gente debe consumir en el interior. Si los bares no son grandes, pronto se ocupan todas las mesas -sobretodo a media tarde- y se debe consumir de pie o en la barra. A todo ello se suma la costumbre de que los camareros no van hacia el cliente para tomar nota de lo que desea, sino que es el cliente el que debe dirigirse hacia la barra para pedir la bebida y la tapa. A su vez, la gente ha asumido la costumbre de tomar las distintas rondas de tapas en bares diferentes, evitando repetir y estar mucho tiempo en el mismo lugar. La comodidad al consumir se reduce así por el constante cambio de lugar, el papel activo del cliente a la hora de pedir, la habitual aglomeración de gente en un espacio cerrado y la posibilidad de tener que tomarse algo de pie.

Ejemplo de las distintas tapas que podemos encontrar en los bares.
Foto NOMADERS.COM


Y ante esta imagen del cliente, de pie y rodeado de gente, volvamos a la idea del concepto "tapa". Prueben conmigo. Cojan una copa, llénenla de agua y beban. Seguramente con una mano tendrán más que suficiente. Ahora suelten la copa y cojan un platito que tenga una rebanada de pan. Si quieren pegarle un mordisco al pan es tan sencillo como aguantar el plato con una mano y llevar el pan a la boca con la otra. Ahora viene lo bueno: con una mano cojan la copa y con la otra el plato. ¿Con qué mano cogen la rebanada de pan que hay encima del plato?

La solución es bastante sencilla y se encuentra con facilidad al querer morder algo: coloquen el plato encima de la copa "tapándola" y entonces podran coger el pan con la mano que les queda libre. Ya saben lo que dicen: "el hambre aviva el ingenio". Que gran verdad.

sábado, 8 de mayo de 2010

Béjar nos muestra sus cartas

Béjar es un pueblo a caballo entre la solemnidad de la historia y la tranquilidad actual de un pueblo leonés venido a menos. Nada más entrar ya se respira ese ambiente. Béjar ronda los 15.000 habitantes en su núcleo urbano y, pese a ir sufriendo un descenso de poblacion evidente a lo largo de los últimos años, sigue siendo el centro de la actividad de los pueblos de alrededor, ubicados en la región de la comarca de Béjar.

Al llegar y salir del coche sorprende el magnífico clima, característico de la zona durante los meses de verano. La sierra de Béjar -de la que se sienten muy orgullosos por la región- mantiene una temperatura fresca durante todo el día y el sol calienta pero no quema ni agobia. Por esa razón es fácil encontrar gente paseando por las calles a cualquier hora del día.

Por la tarde, tras comer en casa de los padres de mi cuñado Jose, decidimos dar un paseo y vamos al parque municipal de la Corredera. Los bancos, verdes y de hierro, estan ocupados. "No te imaginas como se pone esto en agosto", me dice mi hermana. De hecho, según me comentan algunos bejaranos, el municipio se llena de visitantes en agosto, cuando los hijos del pueblo "vuelven a casa".

Charlar en la calle se hace de lo más agradable gracias al buen tiempo.
Foto DAVID OSA


Pasamos un rato con los niños en una zona de juegos del parque y nos marchamos a realizar una de las actividades habituales por la región: el tapeo. El arte de disfrutar de la gastronomía local en pequeñas raciones es maravilloso. Pides una bebida y tienes derecho a una pequeñita ración de algo para acompañar la bebida. Magnífico. Increíble. Brutal. Así es imposible volver a casa sin una sonrisa. Nos tomamos unas cañas y nos pedimos unas tapas variadas con las que empezamos a hacer boca para acabar el día, horas más tarde, con una cena ligera.

Un magnífico ejemplo de la tapa típica de la región: productos del cerdo con un pequeño acompañamiento de pan. Foto WHATSALAMANCA.COM

viernes, 7 de mayo de 2010

El primer reto: el trayecto en coche

Esperamos a que empiece a caer la noche para salir rumbo a Béjar. No somos vampiros ni nada por el estilo, sencillamente viajamos con cuatro niños y necesitamos un buen argumento para convencerles, durante unas horas, de la necesidad de que echen una cabezada. La semana que pretendemos pasar en tierras salmantinas promete ser una aventura para el que escribe. Es la primera vez que viajamos todos juntos -mis padres, mis dos hermanas, mis dos cuñados y mis cuatro sobrinos- y tengo ganas de ver por fin esas tierras de las que tan bien me han hablado.

Hay buenas vibraciones pero la vida pronto te enseña a no avanzarte al tiempo y esperar a vivir las experiencias para poder valorarlas. ¿Cuántas veces nos han hecho hacer ilusiones con algo y luego nos hemos dado cuenta que, en realidad, no era para tanto? Hay que tener precaución, pero mantener vivas las ganas de coger al toro por los cuernos.

Nos esperan 850 km y unas 9 horas de viaje, sin contar las paradas. Tras cruzar el Meridiano de Greenwich y pasar por los Monegros en la más absoluta oscuridad, nos vamos acercando a nuestra primera parada en el camino: Alfajarín. Su estación de servicio Rausan es mítica porque, más allá de ser grande y acogedora, tiene repartidas por toda la pared del bar centenares de banderolas de los equipos de fútbol que han pasado por allí. Insisto en buscar la del AEC Manlleu, que a lo largo de su historia ha disputado varias promociones de ascenso a categorias superiores. Mi cuñado José me comentó que un día la encontró, pero no recuerda la ubicación exacta. Por más que busco no la encuentro, me canso demasiado pronto. Da igual, otra vez será.

La noche cada vez se vuelve más oscura y empieza a ser agobiante. De vez en cuando, una pareja de furgonetas de reparto urgente nos adelantan a más de 160 km/h con un estilo de conducción bastante peculiar: de dos en dos y dejando apenas 10 metros entre ellas. Todo un peligro.

Las murallas de Ávila desde la carretera de la Ronda Vieja. DAVID OSA

Antes de llegar a Béjar hacemos un par de paradas más, una de ellas en Ávila, para estirar un poco las piernas y hacer algunas fotos de su famosa muralla. Tardo en sacar la cámara porque no estoy convencido de estar haciendo algo bueno. El turismo de llegar y sacar una foto sin darte una vuelta por allí ni conocer algo más del lugar sirve para poco más que para demostrar a alguien que has ido a un sitio. Es trasladar la atención de lo que hay delante del objetivo hacia lo que hay detrás de él. Es como indicar la fuente de una foto con unas letras más grandes que la propia imagen. Aún así, saco la cámara.

La luz tenue del amanecer -así como la inexperiencia del fotógrafo- desluce bastante las murallas. Hemos dejado el coche en la avenida de Madrid y hemos andado un poco por la carretera de la Ronda Vieja. Inculto de mí, pierdo la oportunidad de visitar la puerta del Mariscal, y paso a través de las murallas por una pequeña puerta de arco ojival, a poco más de 100 metros de la anterior.

Más información de las murallas de Ávila: 1, 2 y 3

Las escaleras para subir de la avenida de Madrid a la carretera de la Ronda Vieja. DAVID OSA

De todas las fotos que hice, me quedo sólo con una, la que hice mientras subía por las escaleras que me llevaban hasta las murallas. Hemos empezado el camino y nuestros pasos nos llevarán a visitar muchos lugares a lo largo de esa semana. Adelante.